El Canon de la Arquitectura y Escultura Griega

El arte griego a diferencia de otros de la época está hecho “a la medida del hombre”: su monumentalidad no está ligada a la divinidad, la exaltación megalómana del poder o el capricho de un poderoso. Es un arte para disfrutar como espectador y ciudadano de la polis. El canon de belleza que se deriva de esto está sujeto a la armonía (proporción), a una escala humana y al naturalismo (verdad).

Con las formas plásticas el artista intenta llevar la materia a la perfección llamada Belleza. El canon (kanon) es el término que se aplica a partir del arte clásico al conjunto de proporciones ideales para la representación perfecta del ser humano. Mirón (490-430 a.C.), uno de los grandes escultores del clasicismo griego , aplica las leyes de la proporcionalidad y la armonía , el canon, a sus esculturas queriendo capturar en sus obras cuerpo y movimiento en plenitud.

La estética es una de las formas más interesantes de estudiar los distintos grupos humanos a lo largo de la historia; es mucho más que conocer las pinturas o esculturas que realizó alguna civilización, se trata de analizar el objetivo, la técnica y el significado de las obras para darnos una idea del pensamiento y el actuar de los hombres y mujeres pertenecientes a un pueblo y una época determinada.

En el campo de la filosofía y la estética occidental la civilización más representativa y más admirada por su producción ha sido la griega, y claro, no es para menos, pues este pueblo hizo girar muchos de los aspectos de la vida en comunidad alrededor de un ideal estético, un ideal de belleza.

Los griegos, hicieron brotar en sus ciudades las más increíbles muestras de cultura, de ciencia, de filosofía y por supuesto de arte, bajo conceptos e ideales que estaban estrechamente ligados a modelos matemáticos y geométricos y que perseguían ante todo la armonía y la perfección. En cada una de sus obras fue mucho más importante la emoción que pudieran éstas provocar al ser humano que la practicidad o la simpleza. Nada era demasiado recargado, nada demasiado plano, el equilibrio de formas, color y expresión de tal forma que cautivara el ojo humano y estuviera en armonía con el entorno eran el objetivo principal de los griegos.

Las muestras más impresionantes de este ideal estético se evidencian especialmente en los templos, como el Partenón en Atenas, dedicado a la diosa Atenea Parthenos. Las medidas de este templo, ubicado en lo que se conoce como la Acrópolis, estuvieron perfectamente calculadas para que ver la edificación fuera un espectáculo a la vista. Sus columnas están ligeramente inclinadas hacia el centro, de tal forma que no exista la sensación de que la construcción (de muy grandes proporciones) va a derrumbarse, además la separación entre ellas está medida de manera que no se perciba demasiado recargado el centro del templo. Todo estaba hecho para la perfección estética.

La esculturas, que los griegos cultivaron maravillosamente, guardaron con rigurosidad matemática las proporciones de la figura humana, a la que representaban la mayoría de las veces. La expresividad de los rostros, el movimiento de los vestidos, la tensión corporal, cada elemento estaba definido y realizado de manera cuidadosa.

En esta forma de concebir el arte se encuentra implícita la racionalidad con la que los griegos veían el mundo y al mismo tiempo el idealismo con que buscaban superar lo que sus sentidos percibían. El arte de esta civilización va mucho más allá de la belleza que puede representar para nosotros hoy en día, donde el concepto de armonía o perfección está bastante alejado de modelos geométricos o proporciones estrictas y es en cambio mucho más subjetivo y "libre"; se trata del reflejo de toda una cultura, de un modo de vivir y de pensar que ha influido en nuestra propia cultura de una manera bastante directa. Conocer y entender el arte como la expresión misma del alma humana es la clave para saber apreciarlo.