Nuestro país no es la excepción dentro de esta escena de cambio, aquí las familias también se están transformando de manera vertiginosa.
Formar una familia es una de las principales metas en la vida de los colombianos, o por lo menos lo ha venido siendo en las últimas décadas, sin embargo esto tiende a cambiar pues diversos factores obligan a pensar primero en el propio sostenimiento, desarrollo y éxito, antes que en la formación de una familia. Es claro que uno de los principales factores que amenaza a las familias en Colombia es el económico; la falta de empleo y el aumento del costo de vida frenan los proyectos de familia de muchos hombres y mujeres, que conscientes del gasto que implica traer al mundo hijos y mantenerlos, deciden llevar sólo una vida de pareja o quedarse solteros; los más arriesgados tienen dos hijos, y solamente en las clases más bajas, en las que la educación y las expectativas de vida son muy diferentes, encontramos familias con 6 o más hijos.
Alrededor del aspecto económico están todas las repercusiones laborales, educativas y emocionales que esto trae. La competencia en el trabajo es cada vez mayor, el nivel de educación que se requiere para tener buenos ingresos es todos los días más alto, y los problemas por el dinero generan una serie de conflictos dentro del núcleo familiar que acaban por destruirlo.
Y para entender un poco la situción actual, vale la pena referirse a uno de los sucesos de la historia económica de la humanida que más ha tenido que ver con la transformación de las familias: la Revolución Industrial; con ella hombres, mujeres y niños se vieron obligados a dejar los hogares para trabajar, y los espacios en los que antes compartía toda la familia fueron desapareciendo, pues todo se convirtió en sobrevivir. Esto marcó un cambio de valores en la sociedad, un paso de vivir por y para la comunidad, a una existencia mucho más individualista, lo que de ahí en adelante cambiaría la forma de relacionarse de los miembros de las familias.
Esta realidad no es lejana, basta con mirar junto a nosotros para darnos cuenta de que incluso dentro de nuestras familias, a las que creemos tan ajenas a todo lo que pasa en el mundo, la fragmentación, la falta de comunicación y el individualismo son protagonistas.
Formar una familia no es fácil, menos en Colombia donde las cifras de desempleo crecen todos los días, donde el conflicto armado separa pueblos enteros y las ansias de poder hacen que el dinero se convierta en la meta única de miles de personas. Porque tener un hogar va más allá de firmar un papel y aportar dinero, significa unión, compromiso, responsabilidad, respeto y amor. Familia, esa unidad tan atacada, tan defendida, tan transformada, tan necesitada, todavía parece tener un espacio dentro de esta sociedad que se derrumba a pedazos.